Llegamos a casa, tras pasar toda una tarde de compras, y haciéndonos fotos con algunas beliebers que nos habíamos encontrado. Cada vez, aparecían más, pero Justin siempre les dedicaba una sonrisa a cada una para que éstas se sintieran como nunca, especiales.
- Chicos, ¿qué os parece si vamos a cenar fuera? -preguntó mamá, mientras conducía.
- Parece buena idea. -contestaron Ryan y Justin al unísono. Les dirigí una mirada, mas no prestaron atención.
- Tal vez, lo sea. -asentí. Acerqué una de mis manos a la radio, y la encendí. Empezó a sonar "Baby" por lo cual, miré hacia Justin, quien no paraba de reir al escuchar tan solo el principio.
Comencé a cantar, y todos me siguieron, menos mamá, aunque ella tarareaba y movía los dedos que se encontraban en el volante al compás de la música.
Al acabar la canción reímos. Mamá estacionó el coche, por fuera de casa, y nos bajamos.
- ¡Ay, Bieber! ¿Quién hubiera imaginado que un chico de un pueblo con tan pocas oportunidades podría llegar a ser un cantante famoso? -preguntó Lorena. Justin cerró la puerta, y soltó una carcajada.
- ¡Ya ves! Never say never. -le guiñó un ojo.
Entramos y todo estaba en silencio. No había nadie. Seguramente papá estaba trabajando, me entristecí. Pensaba que esta noche sería especial y, estaríamos juntos, como una familia.
Mamá pareció notar mi preocupación y puso su mano en mi hombro izquierdo.
- Tranquila, cariño. Vendrá. No se va a perder esta noche, por nada del mundo. -la miré y una lágrima recorrió mi cara, mas mi madre con el dorso de su mano, me limpió con cariño.
- Bueno, chicos, os quiero preparados en una hora, ni más ni menos -nos lanzó una mirada atravesada a Lorena y a mí.
- Vale, vale. Lo hemos captado. -afirmó Lorena por las dos.
Subimos a las habitaciones, con las bolsas que contenían un montón de ropa. Toda aquella, que los chicos compraron por y para nosotras. ¿A qué son tiernos?
- Con tanta ropa, se me hace difícil decidir -dijo Lorena observando la ropa nueva y soltando un suspiro. -¿Tú qué te vas a poner? ¿Un vestido? -preguntó ahora observándome a mi, que estaba perdida entre mis pensamientos y sentada en la cama, sin hacer nada.
- ¿Sophie? -me llamó. -Hey, ¿Sophie? -volvió a repetir chasqueando los dedos y haciendo que le prestara atención.
- ¿Decías...? -reaccioné. -Perdón, estaba un poco despistada.
- ¿Un poco? -pregunté irónica. -Bueh, da igual. Ahora tengo un gran dilema. -suspiró y observó su cama repleta de vestidos.
- A ver, ¿qué dilema? -pregunté sacando mis cosas de las bolsas.
- Pues que, no sé que vestido ponerme. Son todos una monada. -me contestó haciendo pucheros.
- ¿Puedo elegir por ti? -le pregunté cogiéndole uno de sus muchos vestidos.
- Vale, pero.... -dijo poniéndole énfasis en el pero. -...si yo te elijo el tuyo -prosiguió con una sonrisa de chantaje y arqueando una ceja.
- Está bien -acepté, en un suspiro de rendimiento.
Comenzamos a elegir vestidos. No sabíamos a qué lugar iríamos, pero como era un día especial, optamos por unos arreglados.
- ¡Estás tremenda! -comentó Lorena, al verme con el vestido que ella había escogido para mí.
- ¿De verdad? -le pregunté, esperando una respuesta afirmativa. Me miré en el espejo, y honestamente, era muy bonito. Éste delineaba mis curvas, y me provocaba un volumen de pecho excitante. Obviamente, para Justin.
- Ahora es mi turno, ¿te gusta? -me preguntó Lorena, con uno de los vestidos más bonitos que nunca había visto. Le quedaba muy bien. Ella también tenía un cuerpo deseado por muchas, pero obtenido por pocas. A veces, se quejaba de si estaba un poco rellenita, pero como su hermana que soy, siempre le digo la verdad. Y, la verdad es que con cualquier cosa que se ponga, está realmente preciosa.
- A Ryan, se le caerá la baba, verás. -dije segura de lo que le estaba diciendo.
- Si fueras un tío, te follaría. -me dijo Lorena tocándome el culo. Reímos.
- Pero como no lo eres, puedes ir apartando tus manos de mi trasera, guapa. -rió.
Me ricé el pelo con la plancha, haciendo que algunos rizos cayeran sobre mi cara. Con una traba de brillantes color negro, me retiré el fleco hacia un lado, haciendo que mi cara luciera mejor. Me veía exquisita, según Lorena. En cambio, ésta, se alisó el pelo, pero se hizo unos rizos en la parte de delante. Su fleco estaba más corto que el mío, por lo tanto, optó por plancharse también esa parte. Con lo cual, su fleco quedó por encima de sus cejas, de una manera recta. Nos pusimos un poco de base, la raya del ojo para que éstos resaltaran de un color negro, seguido de un rimel con volumen para las pestañas, aparentando ser más largas, y más bellas, al conjunto con nuestros ojos color marrón.
El vestido por el que Lore se había deleitado para que me pusiera, era así, de un tono rosado por encima de las rodillas, con unos tacones preciosos con brillantes que hacían que mis piernas resultaran bien delineadas. Simplemente perfecto para una ocasión así.
El de Lorena (elegido por mí) era de un color negro. Totalmente de ese tono, pero que le quedaba hermoso puesto. Era un poco más largo, que el mío, pero debido a los tacones hacían que sus piernas fueran como las de una estrella de Hollywood.
Observé la hora en el reloj, encontrado en la repisa de mi habitación, y me alarmé.
- Mierda. Llegamos tarde. -dije dándome los últimos retoques al pelo, dejándolo increíblemente bien con aquellos rizos.
- Joder. Espera. Déjame aunque sea pintarme un poco los labios. -me dijo Lorena al sentir mi mano sobre su brazo, jalando de éste para poder irnos.
- Es verdad. -dije abriendo mi bolso y encontrando uno que me encantaba, sabor a fresa. A parte, venia muy bien con mi vestido.
Fue entonces cuando oímos una pita. Supusimos que era de mamá, apurándonos. Así que, me asomé por la ventana. Era de noche, las farolas de la calle se habían encendido, y quedaba menos para que amaneciera, y despertara asimilando que Justin se tendría que ir. Lejos de mí.
- Dios... -aluciné por lo que estaba viendo. Lorena enseguida vino hacia la ventana en la que me econtraba.
- Están locos. -rió asombrada por lo que veía.
Justin y Ryan, estaban delante de una limusina con dos ramos de rosas en sus manos. Nos contemplaron y nos dedicaron una sonrisa dulce, tierna, especial.
Abrí la ventana y nos incorporamos para verlos mejor.
- Julieta, puedo ser por esta noche tu Romeo. -gritó Justin de una manera poética. Me sonrojé, pues los vecinos habían salido a saber lo que estaba pasando, y nos contemplaban como si estuvieran viendo una telenovela, esperando a que la amada le respondiera a su dulce caballero.
- Por supuesto que sí, mi Romeo. -le contesté al igual que el en forma de obra de teatro.
- Y, ¿tú? ¿Mi bella Rapunzel? ¿Puedo ser tu príncipe azul? -preguntó de la misma manera Ryan, esperando a que Lorena, le contestara de forma afirmativa. Y así fue.
- Me encantaría que fueras mi príncipe azul. -contestó ella con una gran sonrisa en sus labios.
- Ahora, si gustáis, nos encantaría llevaros a una noche, que nunca olvidaréis -nos pidió Justin de una forma MUY romántica.
Cerramos la ventana, y cogimos nuestros bolsos, para bajar a los brazos de nuestros amados.
Aquella escena, había sido preciosa, y nunca se me borraría de la mente. Nunca pude pensar que Justin se fijara en mí, y menos que hiciera cosas por mí, que jamás había hecho por otras personas. Nuestro destino era estar juntos, aunque tenía miedo de que nuestro final fuera como el de Romeo y Julieta, mas tenía que creer en este amor que nos une, y confiar en que todo esto, valdría la pena, y que estaríamos juntos, hasta que el mundo terminase.
Bajamos las escaleras, como dos princesas, agarradas de la baranda, para no caer. Papá y mamá, nos contemplaban con cariño, con orgullo, con amor, y eso era algo que hacía mucho tiempo no veía en sus miradas. Papá rodeó a mamá con su brazo, haciendo que ella se apoyara en su pecho, y una lágrima de felicidad apareciera.
- Estáis.... -comenzó a decir ella acercándose con cautela hacia nosotras. -Oh Dios, mis niñas. -comenzó a decir entre sollozos en lo que sus brazos nos rodeaban arropándonos con mucho amor.
- Mamá, me vas a hacer llorar -se quejó Lorena.
- Lo siento, pero es que...
- Basta, mamá. -la interrumpí con un abrazo muy grande, al que Lorena se unió.
- Tú también puedes venir, papá. -le dije emocionada.
Se acercó y hubo un abrazo tipo Teletubbies. Nos separamos y papá cogió nuestras manos.
- Os quiero decir, que para mí, vuestra madre -le dirigió una mirada- y vosotras sois lo más importante que tengo en mi vida. No podría vivir si no os tengo. Sé, que nunca estoy con vosotras, por culpa de mi trabajo, pero quiero que tengáis lo mejor en este mundo. Aunque, ya lo tenéis. Tenéis a esta preciosa madre -se acercó a ella y la rodeó con su musculoso brazo, dandole un beso en la frente -que vela por vosotras, y que os cuida cuando yo no estoy. A parte de nosotros, también conocistéis a dos muchachos maravillosos, con los cuales quiero que vosotras seáis felices.
Los chicos se acercaron. Habían estado escuchando todo lo que mis padres discursaron, pero se quedaron en la puerta, observando este momento de familia que teníamos.
Al vernos se quedaron estupefactos. Recorrieron nuestros cuerpos una y otra vez con sus miradas deseosas de tocarnos. Justin se mordió el labio inferior hasta llegar a la parte que cubría mis pechos. Me sonrojé, y le dediqué una hermosa sonrisa. Él se veía tremendamente sexy con un traje que formaba su perfecto paquete, lo que me hizo querer quitarle la ropa y...
Opinad vosotras mismas. ¿No se ve perfecto con este traje? Dios.
- Bueno, basta de cursilerías -interrumpió Lorena mis deseos en un tono burlón. -¿Nos vamos?
- ¡Claro! -contestó papá. -Además, vuestros chicos os trajeron una pedazo limusina que para qué. -continuó papá un poco flipado por lo de la limusina.
Reímos.
- ¿Señoritas? ¿Podemos ser vuestros acompañantes? -preguntaron Ryan y Justin al unísono a la vez que ofrecían sus brazos para que ambas tomáramos a nuestro respectivo caballero, y andáramos con ellos como suelen andar las estrellas por la alfombra roja hasta llegar a su coche de no sé cuantos millones.
- ¿Os debió costar una pasta? -le susurré a Justin. -Entre esto, lo de las compras, y... -me selló los labios al poner uno de sus dos dedos índices en mis labios. Me estremecí al sentir su dedo en mis labios, me excité, lo confieso.
- Olvídate de eso. Esta noche, será NUESTRA noche. -puso énfasis en nuestra, como sabéis, y me dio un beso en la mejilla, aunque muy cerca de los labios.
Entramos en la espectacular limusina. El chófer era bastante majo y nos reímos mucho con él.
Justin nos ofreció champán. Por supuesto, mamá y papá aceptaron encantados a la propuesta de Justin. Nosotras también aceptamos pero ellos nos pusieron un cierto límite de alcohol, por decirlo así.
Transcurrieron unos 3O largos minutos. Ansiábamos llegar de una vez al lugar que los chicos nos habían asignado. El coche, más bien, la limusina, se paró, y el chófer nos sonrió diciéndonos que ya habíamos llegado. No podíamos ver nada, ya que, los cristales eran negros. No sabíamos donde estábamos.
Justin, Ryan y mi padre, se bajaron primero para abrirnos las puertas a las damas. Cada dama, agarraba a su correspondiente chico/señor (ese era el de mi madre), quien ayudaba a su chica especial a bajarse con cuidado de la limusina, para que no hubiera ningún fallo.
Al bajarnos, Lorena y yo nos quedamos paradas al observar el sitio. Era el restaurante más famoso de nuestra ciudad. Solo personas "famosas", es decir, con dinero adecuado para permitírselo, acudían al lugar. En cambio, hoy había muchísima gente. Inclusive, una cola llegaba hasta la otra calle. La gente se acumulaba para poder entrar. El lugar era bastante grande, por eso os digo que es el más lujoso. Cortinas perfectas, suelo perfecto, mesas y sillas bien colocadas en un orden preciso de un color igual que las paredes. Vamos, un lugar increíble al que nunca pensé que podíamos ir.
- ¡Vaya...! -exclamamos Lorena y yo.
- Gracias, señor. No olvide venir a recogernos más tarde. -le dijo Justin al chófer, guiñándole un ojo.
- De acuedo, chico. ¡Que tengáis una feliz velada! -nos deseó, y con las mismas arrancó y se alejó.
- ¿Entramos? -preguntó Ryan.
- ¡Qué ganas! -contestó mi madre. Ella tampoco acostumbraba a sitios así, mi padre alguna vez que otra había estado en este sitio, mas bien por compromisos, reuniones y cenas de empresa.
Al llegar a la entrada, en la cual se encontraba un señor muy alto, pude observar un cartel que se situaba a su lado con el que entendí el por qué de aquellas millones de personas.
"ESTA NOCHE, JUSTIN BIEBER EN LIVE. NO OS LO PERDÁIS. SERÁ UNA NOCHE MUY ESPECIAL PARA UNA CHICA MUY ESPECIAL"
Me paré y me quedé contemplando el cartel.
- ¿Amor? ¿Todo bien? -me preguntó Justin.
- ¿Has...? -dudé- ¿Has.. has hecho todo esto por mi? -clavé mis ojos en los suyos, el sonrió.
- Haría esto y cualquier otra cosa por ti, princesa. -me dio un beso en la mejilla.
- Te amo tanto... Justin. -pegué mi frente a la suya. Sentía su respiración y sus labios estaban a centímetros de los míos.
- Yo también te amo, Sophie. -me dijo en un susurro.
- ¿Parejita? Tenemos hambre -nos dijo Lorena interrumpiendo, no muy raro en ella.
Entramos en el restaurante deluxe, y muchas miradas fueron para nosotros. Se oían murmullos, y comentaban.
- Oh Dios mío. ¡ES JUSTIN BIEBER! -gritó una fan, emocionada.
Todos empezaron a aplaudir y mucha gente se acercó a él. Bueno, a nosotros.
- Por favor, seguid disfrutando de esta noche. -los calmó Justin.
- Señor Bieber, su mesa es aquella, como usted ordenó -le dijo un muchacho señalando la mesa.
- Gracias. -le contesté. El pobre no contuvo su mirada y me hizo un escaner. Eso me dio seguridad, al pensar que me quedaba muy bien y que sería la envidia de muchas chicas, aunque a Justin eso le dio un poco de celos, por lo que miró al chico, y le susurró un "Deja de mirar, es mi chica". No pude evitar reírme.
- No es gracioso -me advirtió.
- Sí, lo es, señor Bieber. -reí.
Los hombres como todos unos caballeros, rodaron las sillas para que las señoritas/señoras se pudieran sentar. Fue un detalle muy bonito de su parte.
- Justin, ¿me estás dejando por los suelos con mi mujer, eh? -le dijo papá una vez sentado al lado de mi madre.
- Lo siento, señor. -contestó Justin tímido.
- A usted no es el único, a mi también. -le dijo Ryan serio, aunque sabíamos que era broma.
- Mira que eres tonto. -le dijo Lorena con sus manos en su rostro y dandole un beso corto.
Pasamos una cena tranquila, con muchas miradas puestas en nosotros, pero tranquila entre risas y recuerdos.
De un momento a otro, las luces se apagaron. Todo el mundo se empezó a preocupar y yo no era menos, me sobresalté y puse una mano sobre la pierna de Justin. Pero, ¿qué? Justin no estaba.
- ¿Justin? Mierda no veo nada. -dije preocupada.
- ¿Qué habrá pasado? -preguntó mamá en un tono de miedo.
Entonces, las luces se encendieron pero Justin no estaba a mi lado. La gente suspiró, al parecer había sido tan solo un corto circuito.
Miré debajo de la mesa por si Justin se encontraba ahí y me quería asustar pero tampoco estaba. Ya esto me estaba dando mal rollo, hasta que escuché su dulce voz. Era lejana.
- Buenas noches a todos. -saludó Justin con una guitarra en la mano, subido a un escenario.
Todo el mundo comenzó a gritar. Fans alocadas se encontraban en primera fila. No encontraba su mirada. Lorena se levantó y me agarró para conducirme hasta el escenario. Ryan nos siguió, y fue abriendo paso entre la gente.
- Esta noche, es una noche muy especial y la quiero compartir con la chica que ha robado mi corazón, Sophie.
La gente me miró, y me sentí paralizada. Subí al escenario con vergüenza, hasta que sentí la mano de Justin, agarrando la mía lo que me dio fuerzas.
- Te odio -le susurré. Él rió, y comenzó a tocar la guitarra.
- Espero que no os importe que cante una canción. -tocó unas cuerdas y miró al público.
Se oyeron unos "¡NO!". La gente lo arropaba y eso para él fue como estar en uno de sus conciertos.
- Esta canción va para ti, Sophie por hacer que mis días sean más llevaderos y que me demuestres tu apoyo día tras día y que me ames, solo como tú sabes. Y también porque siempre estaré WITH YOU. -sonreí de oreja a oreja, y él comenzó a tocar.
No pude evitar emocionarme, las lágrimas salían y recorrían mi cara hasta caer al suelo. Justin me observó, y aunque siguió tocando, me apoyé en su hombro, y enterré mi cara en su cuello dejando que mis lágrimas cayeran sobre él.
- Te quiero -le susurré mientras él me cantaba tan dulce y a la vez tan sexy que hacía que me derritiera. Estar con tu novio, que encima es Justin Bieber y que te cante delante de una gran multitud, es algo inexplicable.
Terminó con un "Yeah, yeah..." y me abrazó muy fuerte, seguido de un beso apasionado y por el cual, aquellas personas que nos observaban con sus corazones encogidos, nos aplaudieron a más no poder. Mi hermana bailó toda la canción con Ryan. También lloró, lo pude notar.
Mis padres al fondo estaban abrazados y mi madre estaba muy emocionada. Así que, cuando bajamos del escenario y nos dirigimos hacia ellos agarrados de la mano, mamá se levantó y le dio un gran abrazo a Justin.
- Gracias, por todo esto, hijo. Eres un muchacho increíble. -le confesó mi madre, dándole un achuchón de madre aunque no lo fuera.
La noche transcurrió tranquila, emocionada, y agotadora. Era tarde, y mañana tendríamos que madrugar para ver como el chico de mis sueños vuelve a su rutina y me deja en pedazos. Pero no se lo reprocho, es más, me alegro por él. Sé que necesita ver a su madre y a su familia que tanto lo añora. Es su vida, y yo pertenezco a ella, pese a quien le pese, y por mucho que estemos alejados. Lo amo, y eso, nunca cambiará.
- Chicos, ¿qué os parece si vamos a cenar fuera? -preguntó mamá, mientras conducía.
- Parece buena idea. -contestaron Ryan y Justin al unísono. Les dirigí una mirada, mas no prestaron atención.
- Tal vez, lo sea. -asentí. Acerqué una de mis manos a la radio, y la encendí. Empezó a sonar "Baby" por lo cual, miré hacia Justin, quien no paraba de reir al escuchar tan solo el principio.
Comencé a cantar, y todos me siguieron, menos mamá, aunque ella tarareaba y movía los dedos que se encontraban en el volante al compás de la música.
Al acabar la canción reímos. Mamá estacionó el coche, por fuera de casa, y nos bajamos.
- ¡Ay, Bieber! ¿Quién hubiera imaginado que un chico de un pueblo con tan pocas oportunidades podría llegar a ser un cantante famoso? -preguntó Lorena. Justin cerró la puerta, y soltó una carcajada.
- ¡Ya ves! Never say never. -le guiñó un ojo.
Entramos y todo estaba en silencio. No había nadie. Seguramente papá estaba trabajando, me entristecí. Pensaba que esta noche sería especial y, estaríamos juntos, como una familia.
Mamá pareció notar mi preocupación y puso su mano en mi hombro izquierdo.
- Tranquila, cariño. Vendrá. No se va a perder esta noche, por nada del mundo. -la miré y una lágrima recorrió mi cara, mas mi madre con el dorso de su mano, me limpió con cariño.
- Bueno, chicos, os quiero preparados en una hora, ni más ni menos -nos lanzó una mirada atravesada a Lorena y a mí.
- Vale, vale. Lo hemos captado. -afirmó Lorena por las dos.
Subimos a las habitaciones, con las bolsas que contenían un montón de ropa. Toda aquella, que los chicos compraron por y para nosotras. ¿A qué son tiernos?
- Con tanta ropa, se me hace difícil decidir -dijo Lorena observando la ropa nueva y soltando un suspiro. -¿Tú qué te vas a poner? ¿Un vestido? -preguntó ahora observándome a mi, que estaba perdida entre mis pensamientos y sentada en la cama, sin hacer nada.
- ¿Sophie? -me llamó. -Hey, ¿Sophie? -volvió a repetir chasqueando los dedos y haciendo que le prestara atención.
- ¿Decías...? -reaccioné. -Perdón, estaba un poco despistada.
- ¿Un poco? -pregunté irónica. -Bueh, da igual. Ahora tengo un gran dilema. -suspiró y observó su cama repleta de vestidos.
- A ver, ¿qué dilema? -pregunté sacando mis cosas de las bolsas.
- Pues que, no sé que vestido ponerme. Son todos una monada. -me contestó haciendo pucheros.
- ¿Puedo elegir por ti? -le pregunté cogiéndole uno de sus muchos vestidos.
- Vale, pero.... -dijo poniéndole énfasis en el pero. -...si yo te elijo el tuyo -prosiguió con una sonrisa de chantaje y arqueando una ceja.
- Está bien -acepté, en un suspiro de rendimiento.
Comenzamos a elegir vestidos. No sabíamos a qué lugar iríamos, pero como era un día especial, optamos por unos arreglados.
- ¡Estás tremenda! -comentó Lorena, al verme con el vestido que ella había escogido para mí.
- ¿De verdad? -le pregunté, esperando una respuesta afirmativa. Me miré en el espejo, y honestamente, era muy bonito. Éste delineaba mis curvas, y me provocaba un volumen de pecho excitante. Obviamente, para Justin.
- Ahora es mi turno, ¿te gusta? -me preguntó Lorena, con uno de los vestidos más bonitos que nunca había visto. Le quedaba muy bien. Ella también tenía un cuerpo deseado por muchas, pero obtenido por pocas. A veces, se quejaba de si estaba un poco rellenita, pero como su hermana que soy, siempre le digo la verdad. Y, la verdad es que con cualquier cosa que se ponga, está realmente preciosa.
- A Ryan, se le caerá la baba, verás. -dije segura de lo que le estaba diciendo.
- Si fueras un tío, te follaría. -me dijo Lorena tocándome el culo. Reímos.
- Pero como no lo eres, puedes ir apartando tus manos de mi trasera, guapa. -rió.
Me ricé el pelo con la plancha, haciendo que algunos rizos cayeran sobre mi cara. Con una traba de brillantes color negro, me retiré el fleco hacia un lado, haciendo que mi cara luciera mejor. Me veía exquisita, según Lorena. En cambio, ésta, se alisó el pelo, pero se hizo unos rizos en la parte de delante. Su fleco estaba más corto que el mío, por lo tanto, optó por plancharse también esa parte. Con lo cual, su fleco quedó por encima de sus cejas, de una manera recta. Nos pusimos un poco de base, la raya del ojo para que éstos resaltaran de un color negro, seguido de un rimel con volumen para las pestañas, aparentando ser más largas, y más bellas, al conjunto con nuestros ojos color marrón.
El vestido por el que Lore se había deleitado para que me pusiera, era así, de un tono rosado por encima de las rodillas, con unos tacones preciosos con brillantes que hacían que mis piernas resultaran bien delineadas. Simplemente perfecto para una ocasión así.
El de Lorena (elegido por mí) era de un color negro. Totalmente de ese tono, pero que le quedaba hermoso puesto. Era un poco más largo, que el mío, pero debido a los tacones hacían que sus piernas fueran como las de una estrella de Hollywood.
Observé la hora en el reloj, encontrado en la repisa de mi habitación, y me alarmé.
- Mierda. Llegamos tarde. -dije dándome los últimos retoques al pelo, dejándolo increíblemente bien con aquellos rizos.
- Joder. Espera. Déjame aunque sea pintarme un poco los labios. -me dijo Lorena al sentir mi mano sobre su brazo, jalando de éste para poder irnos.
- Es verdad. -dije abriendo mi bolso y encontrando uno que me encantaba, sabor a fresa. A parte, venia muy bien con mi vestido.
Fue entonces cuando oímos una pita. Supusimos que era de mamá, apurándonos. Así que, me asomé por la ventana. Era de noche, las farolas de la calle se habían encendido, y quedaba menos para que amaneciera, y despertara asimilando que Justin se tendría que ir. Lejos de mí.
- Dios... -aluciné por lo que estaba viendo. Lorena enseguida vino hacia la ventana en la que me econtraba.
- Están locos. -rió asombrada por lo que veía.
Justin y Ryan, estaban delante de una limusina con dos ramos de rosas en sus manos. Nos contemplaron y nos dedicaron una sonrisa dulce, tierna, especial.
Abrí la ventana y nos incorporamos para verlos mejor.
- Julieta, puedo ser por esta noche tu Romeo. -gritó Justin de una manera poética. Me sonrojé, pues los vecinos habían salido a saber lo que estaba pasando, y nos contemplaban como si estuvieran viendo una telenovela, esperando a que la amada le respondiera a su dulce caballero.
- Por supuesto que sí, mi Romeo. -le contesté al igual que el en forma de obra de teatro.
- Y, ¿tú? ¿Mi bella Rapunzel? ¿Puedo ser tu príncipe azul? -preguntó de la misma manera Ryan, esperando a que Lorena, le contestara de forma afirmativa. Y así fue.
- Me encantaría que fueras mi príncipe azul. -contestó ella con una gran sonrisa en sus labios.
- Ahora, si gustáis, nos encantaría llevaros a una noche, que nunca olvidaréis -nos pidió Justin de una forma MUY romántica.
Cerramos la ventana, y cogimos nuestros bolsos, para bajar a los brazos de nuestros amados.
Aquella escena, había sido preciosa, y nunca se me borraría de la mente. Nunca pude pensar que Justin se fijara en mí, y menos que hiciera cosas por mí, que jamás había hecho por otras personas. Nuestro destino era estar juntos, aunque tenía miedo de que nuestro final fuera como el de Romeo y Julieta, mas tenía que creer en este amor que nos une, y confiar en que todo esto, valdría la pena, y que estaríamos juntos, hasta que el mundo terminase.
Bajamos las escaleras, como dos princesas, agarradas de la baranda, para no caer. Papá y mamá, nos contemplaban con cariño, con orgullo, con amor, y eso era algo que hacía mucho tiempo no veía en sus miradas. Papá rodeó a mamá con su brazo, haciendo que ella se apoyara en su pecho, y una lágrima de felicidad apareciera.
- Estáis.... -comenzó a decir ella acercándose con cautela hacia nosotras. -Oh Dios, mis niñas. -comenzó a decir entre sollozos en lo que sus brazos nos rodeaban arropándonos con mucho amor.
- Mamá, me vas a hacer llorar -se quejó Lorena.
- Lo siento, pero es que...
- Basta, mamá. -la interrumpí con un abrazo muy grande, al que Lorena se unió.
- Tú también puedes venir, papá. -le dije emocionada.
Se acercó y hubo un abrazo tipo Teletubbies. Nos separamos y papá cogió nuestras manos.
- Os quiero decir, que para mí, vuestra madre -le dirigió una mirada- y vosotras sois lo más importante que tengo en mi vida. No podría vivir si no os tengo. Sé, que nunca estoy con vosotras, por culpa de mi trabajo, pero quiero que tengáis lo mejor en este mundo. Aunque, ya lo tenéis. Tenéis a esta preciosa madre -se acercó a ella y la rodeó con su musculoso brazo, dandole un beso en la frente -que vela por vosotras, y que os cuida cuando yo no estoy. A parte de nosotros, también conocistéis a dos muchachos maravillosos, con los cuales quiero que vosotras seáis felices.
Los chicos se acercaron. Habían estado escuchando todo lo que mis padres discursaron, pero se quedaron en la puerta, observando este momento de familia que teníamos.
Al vernos se quedaron estupefactos. Recorrieron nuestros cuerpos una y otra vez con sus miradas deseosas de tocarnos. Justin se mordió el labio inferior hasta llegar a la parte que cubría mis pechos. Me sonrojé, y le dediqué una hermosa sonrisa. Él se veía tremendamente sexy con un traje que formaba su perfecto paquete, lo que me hizo querer quitarle la ropa y...
Opinad vosotras mismas. ¿No se ve perfecto con este traje? Dios.
- Bueno, basta de cursilerías -interrumpió Lorena mis deseos en un tono burlón. -¿Nos vamos?
- ¡Claro! -contestó papá. -Además, vuestros chicos os trajeron una pedazo limusina que para qué. -continuó papá un poco flipado por lo de la limusina.
Reímos.
- ¿Señoritas? ¿Podemos ser vuestros acompañantes? -preguntaron Ryan y Justin al unísono a la vez que ofrecían sus brazos para que ambas tomáramos a nuestro respectivo caballero, y andáramos con ellos como suelen andar las estrellas por la alfombra roja hasta llegar a su coche de no sé cuantos millones.
- ¿Os debió costar una pasta? -le susurré a Justin. -Entre esto, lo de las compras, y... -me selló los labios al poner uno de sus dos dedos índices en mis labios. Me estremecí al sentir su dedo en mis labios, me excité, lo confieso.
- Olvídate de eso. Esta noche, será NUESTRA noche. -puso énfasis en nuestra, como sabéis, y me dio un beso en la mejilla, aunque muy cerca de los labios.
Entramos en la espectacular limusina. El chófer era bastante majo y nos reímos mucho con él.
Justin nos ofreció champán. Por supuesto, mamá y papá aceptaron encantados a la propuesta de Justin. Nosotras también aceptamos pero ellos nos pusieron un cierto límite de alcohol, por decirlo así.
Transcurrieron unos 3O largos minutos. Ansiábamos llegar de una vez al lugar que los chicos nos habían asignado. El coche, más bien, la limusina, se paró, y el chófer nos sonrió diciéndonos que ya habíamos llegado. No podíamos ver nada, ya que, los cristales eran negros. No sabíamos donde estábamos.
Justin, Ryan y mi padre, se bajaron primero para abrirnos las puertas a las damas. Cada dama, agarraba a su correspondiente chico/señor (ese era el de mi madre), quien ayudaba a su chica especial a bajarse con cuidado de la limusina, para que no hubiera ningún fallo.
Al bajarnos, Lorena y yo nos quedamos paradas al observar el sitio. Era el restaurante más famoso de nuestra ciudad. Solo personas "famosas", es decir, con dinero adecuado para permitírselo, acudían al lugar. En cambio, hoy había muchísima gente. Inclusive, una cola llegaba hasta la otra calle. La gente se acumulaba para poder entrar. El lugar era bastante grande, por eso os digo que es el más lujoso. Cortinas perfectas, suelo perfecto, mesas y sillas bien colocadas en un orden preciso de un color igual que las paredes. Vamos, un lugar increíble al que nunca pensé que podíamos ir.
- ¡Vaya...! -exclamamos Lorena y yo.
- Gracias, señor. No olvide venir a recogernos más tarde. -le dijo Justin al chófer, guiñándole un ojo.
- De acuedo, chico. ¡Que tengáis una feliz velada! -nos deseó, y con las mismas arrancó y se alejó.
- ¿Entramos? -preguntó Ryan.
- ¡Qué ganas! -contestó mi madre. Ella tampoco acostumbraba a sitios así, mi padre alguna vez que otra había estado en este sitio, mas bien por compromisos, reuniones y cenas de empresa.
Al llegar a la entrada, en la cual se encontraba un señor muy alto, pude observar un cartel que se situaba a su lado con el que entendí el por qué de aquellas millones de personas.
"ESTA NOCHE, JUSTIN BIEBER EN LIVE. NO OS LO PERDÁIS. SERÁ UNA NOCHE MUY ESPECIAL PARA UNA CHICA MUY ESPECIAL"
Me paré y me quedé contemplando el cartel.
- ¿Amor? ¿Todo bien? -me preguntó Justin.
- ¿Has...? -dudé- ¿Has.. has hecho todo esto por mi? -clavé mis ojos en los suyos, el sonrió.
- Haría esto y cualquier otra cosa por ti, princesa. -me dio un beso en la mejilla.
- Te amo tanto... Justin. -pegué mi frente a la suya. Sentía su respiración y sus labios estaban a centímetros de los míos.
- Yo también te amo, Sophie. -me dijo en un susurro.
- ¿Parejita? Tenemos hambre -nos dijo Lorena interrumpiendo, no muy raro en ella.
Entramos en el restaurante deluxe, y muchas miradas fueron para nosotros. Se oían murmullos, y comentaban.
- Oh Dios mío. ¡ES JUSTIN BIEBER! -gritó una fan, emocionada.
Todos empezaron a aplaudir y mucha gente se acercó a él. Bueno, a nosotros.
- Por favor, seguid disfrutando de esta noche. -los calmó Justin.
- Señor Bieber, su mesa es aquella, como usted ordenó -le dijo un muchacho señalando la mesa.
- Gracias. -le contesté. El pobre no contuvo su mirada y me hizo un escaner. Eso me dio seguridad, al pensar que me quedaba muy bien y que sería la envidia de muchas chicas, aunque a Justin eso le dio un poco de celos, por lo que miró al chico, y le susurró un "Deja de mirar, es mi chica". No pude evitar reírme.
- No es gracioso -me advirtió.
- Sí, lo es, señor Bieber. -reí.
Los hombres como todos unos caballeros, rodaron las sillas para que las señoritas/señoras se pudieran sentar. Fue un detalle muy bonito de su parte.
- Justin, ¿me estás dejando por los suelos con mi mujer, eh? -le dijo papá una vez sentado al lado de mi madre.
- Lo siento, señor. -contestó Justin tímido.
- A usted no es el único, a mi también. -le dijo Ryan serio, aunque sabíamos que era broma.
- Mira que eres tonto. -le dijo Lorena con sus manos en su rostro y dandole un beso corto.
Pasamos una cena tranquila, con muchas miradas puestas en nosotros, pero tranquila entre risas y recuerdos.
De un momento a otro, las luces se apagaron. Todo el mundo se empezó a preocupar y yo no era menos, me sobresalté y puse una mano sobre la pierna de Justin. Pero, ¿qué? Justin no estaba.
- ¿Justin? Mierda no veo nada. -dije preocupada.
- ¿Qué habrá pasado? -preguntó mamá en un tono de miedo.
Entonces, las luces se encendieron pero Justin no estaba a mi lado. La gente suspiró, al parecer había sido tan solo un corto circuito.
Miré debajo de la mesa por si Justin se encontraba ahí y me quería asustar pero tampoco estaba. Ya esto me estaba dando mal rollo, hasta que escuché su dulce voz. Era lejana.
- Buenas noches a todos. -saludó Justin con una guitarra en la mano, subido a un escenario.
Todo el mundo comenzó a gritar. Fans alocadas se encontraban en primera fila. No encontraba su mirada. Lorena se levantó y me agarró para conducirme hasta el escenario. Ryan nos siguió, y fue abriendo paso entre la gente.
- Esta noche, es una noche muy especial y la quiero compartir con la chica que ha robado mi corazón, Sophie.
La gente me miró, y me sentí paralizada. Subí al escenario con vergüenza, hasta que sentí la mano de Justin, agarrando la mía lo que me dio fuerzas.
- Te odio -le susurré. Él rió, y comenzó a tocar la guitarra.
- Espero que no os importe que cante una canción. -tocó unas cuerdas y miró al público.
Se oyeron unos "¡NO!". La gente lo arropaba y eso para él fue como estar en uno de sus conciertos.
- Esta canción va para ti, Sophie por hacer que mis días sean más llevaderos y que me demuestres tu apoyo día tras día y que me ames, solo como tú sabes. Y también porque siempre estaré WITH YOU. -sonreí de oreja a oreja, y él comenzó a tocar.
No pude evitar emocionarme, las lágrimas salían y recorrían mi cara hasta caer al suelo. Justin me observó, y aunque siguió tocando, me apoyé en su hombro, y enterré mi cara en su cuello dejando que mis lágrimas cayeran sobre él.
- Te quiero -le susurré mientras él me cantaba tan dulce y a la vez tan sexy que hacía que me derritiera. Estar con tu novio, que encima es Justin Bieber y que te cante delante de una gran multitud, es algo inexplicable.
Terminó con un "Yeah, yeah..." y me abrazó muy fuerte, seguido de un beso apasionado y por el cual, aquellas personas que nos observaban con sus corazones encogidos, nos aplaudieron a más no poder. Mi hermana bailó toda la canción con Ryan. También lloró, lo pude notar.
Mis padres al fondo estaban abrazados y mi madre estaba muy emocionada. Así que, cuando bajamos del escenario y nos dirigimos hacia ellos agarrados de la mano, mamá se levantó y le dio un gran abrazo a Justin.
- Gracias, por todo esto, hijo. Eres un muchacho increíble. -le confesó mi madre, dándole un achuchón de madre aunque no lo fuera.
La noche transcurrió tranquila, emocionada, y agotadora. Era tarde, y mañana tendríamos que madrugar para ver como el chico de mis sueños vuelve a su rutina y me deja en pedazos. Pero no se lo reprocho, es más, me alegro por él. Sé que necesita ver a su madre y a su familia que tanto lo añora. Es su vida, y yo pertenezco a ella, pese a quien le pese, y por mucho que estemos alejados. Lo amo, y eso, nunca cambiará.
8 comentarios:
esta increible la novela siganla x favor
Me encanta, siguela pronto encuanto vuelvas de tu viaje. Besos ^^
He llorado y todo :´) siguiente <3
que bonitooooooooooooooooooooooooo!!!!!
siguientesss :)))
SOGUEE SIGUEE SIGUEEE!! :D I LIKE IT
mencantaaaaaa, disfrutad de las vacaciones pro no dejeis de escribir!!!
os queremos(L)
un besooo ;D
O pordios que linda me encantaría besarlo :)
Oye, me gusta mucho este blog pero... Tenerife es una ciudad pequeña, es preciosa, pero es un poco falso que haya un restaurante súper carísimo y que además Justin Bieber cante allí ¡¡LA NOVELA MUY BUENA!
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